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El pueblo de Gazi Bay en la costa de Kenia, a solo 55 kilómetros (34 millas) al sur de la bulliciosa Mombasa y alejado del transitado circuito turístico del país, ha cobrado fuerza en los últimos años como modelo para restaurar y cuidar los manglares que absorben carbono que ahora llenan su costa verde brillante.
Ubicado entre playas de arena, aguas tranquilas y cocoteros, el proyecto Mikoko Pamoja —en swahili significa “manglares juntos”— ha avanzado silenciosamente durante casi una década, conservando más de 100 hectáreas (264 acres) de manglares y al mismo tiempo plantando nuevas plántulas. Cada año se plantan alrededor de 4000 nuevos manglares, lo que aumenta constantemente los bosques de la bahía de Gazi.
Estos ecosistemas marinos capturan más dióxido de carbono que los bosques terrestres típicos, lo que los convierte en perspectivas de financiamiento atractivas para gobiernos y empresas distantes que buscan compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Si bien las compensaciones de carbono reciben una respuesta mixta de los ambientalistas, la fuente de financiamiento constante ha sostenido los medios de subsistencia de los involucrados en el proyecto y las aldeas costeras circundantes. Los salarios de la comunidad han aumentado y los recursos para los locales han mejorado.
“Hemos podido comprar muebles para un dispensario y también hemos podido comprar algunos libros para las escuelas”, dijo Kassim Juma, coordinador adjunto de proyectos de Mikoko Pamoja.
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Con la conservación deliberada, vienen las ventajas naturales. Los pescadores que lanzan redes en las aguas poco profundas cercanas han visto una gran cantidad de especies regresar a las costas repletas de manglares, ahora un caldo de cultivo para los peces que prosperan en el hábitat ampliado. Y los líderes del proyecto elogian los beneficios de un aire más limpio para las personas que viven en los bosques o cerca de ellos.
Ahora entrando en su décimo año, el proyecto premiado ha inspirado a otras naciones a seguir su ejemplo. Varios bosques de manglares en África han sido destruidos debido al desarrollo costero, la tala o la piscicultura, lo que hace que las comunidades costeras sean más vulnerables a las inundaciones y al aumento del nivel del mar.
Para aquellos que viven bajo el manglar de Mikoko Pamoja, muchas de esas preocupaciones han disminuido, al menos parcialmente.
Este texto apareció originalmente en AP, puedes ver el original en inglés aquí.
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