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Luego de analizar una base de datos de 550,000 registros de 66 especies diferentes de abejorro en un periodo de 115 años (de 1900 a 2015), los científicos encontraron que los abejorros desaparecen en las zonas donde las temperaturas se han incrementado.
Sin abejorros la polinización en la naturaleza sería casi inviable. Los ecosistemas se desmoronarían porque estos insectos, cuya presencia es indispensable en la naturaleza, trabajan durante más tiempo a lo largo del año que las abejas y polinizan una gama mucho más amplia de flores.
En realidad, “son responsables de gran parte del color que vemos en la naturaleza y en nuestros platos”, cuenta Peter Soroye, investigador en el departamento de Biología de la Universidad de Ottawa en Canadá. Alimentos como el tomate, la calabaza y las bayas son fruto de la acción de los abejorros.
Sin embargo, estos insectos polinizadores llevan años enfrentándose a una amenaza que podría poner fin a su labor productiva: el cambio climático. Gracias a un nuevo estudio, que ha consultado una base de datos de 550,000 registros de 66 especies diferentes de abejorro en América del Norte y Europa en un periodo de 115 años (de 1900 a 2015), ahora sabemos por qué.
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Los resultados, publicados en la revista Science, revelan que los abejorros desaparecen allí donde las temperaturas se han incrementado, según una nueva herramienta de predicción de extinción desarrollada por el equipo. Los científicos compararon la ubicación actual de ciertas poblaciones con la localización histórica y observaron los cambios que se han producido a medida que el clima se ha vuelto cada vez más cálido.
Peter Soroye, investigador de la Universidad de Ottawa y uno de los autores del estudio, explicó que “cuando las temperaturas se vuelven más extremas, las abejas tienden a desaparecer con mayor frecuencia a diferencia de las abejas en América del Norte, que han sido traídas de Europa y mantenidas en estas colonias, los abejorros son nativos y evolucionaron con estas plantas. Entonces, cuando se trata de estos paisajes naturales, los abejorros son bastante irremplazables”.
Para el estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Ottawa y el University College London, se compararon las ubicaciones de las 66 especies de abejorros entre 1901 y 1974, con los lugares donde se podían encontrar esos ejemplares entre 2000 y 2014. Uno de los principales hallazgos, cuenta Soroy, es que, en los lugares, sobre todo en América del Norte, donde se habían registrado individuos en el primer período de tiempo, ya no estaban en el lapso posterior.
Una de ellas es Franklin, una especie que alguna vez habitó una región entre California y Oregón (Estados Unidos). Según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los EE.UU., hace más de 13 años no se puede avistar ningún ejemplar por lo que se cree que ya es una especie extinta. Así lo explica uno de los integrantes de la institución al Washington Post.
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Además de comparar las ubicaciones, los científicos analizaron un mapa de temperaturas cambiantes y precipitaciones extremas durante el mismo período. Encontró que hay una relación entre las regiones donde los abejorros habían disminuido o desaparecido y aquellos que experimentaban un empeoramiento de las olas de calor o de otros climas extremos.
Soroye aseguró que “los abejorros, a diferencia de otros insectos, son sensibles a la temperatura, sus grandes cuerpos cubiertos de pelo les dan la capacidad de calentarse internamente batiendo sus alas a diferentes velocidades”. Una caracterísica que los hace vulnerables al aumento del clima, una de las consecuencias del cambio climático.
Este texto apareció originalmente en El Espectador, puedes ver el original aquí.
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