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Científicos del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico (CAMS) están considerando la posibilidad de que se estén produciendo incendios ‘zombis’ en zonas del Ártico, lo que puede provocar que se generen incendios a gran escala y a largo plazo en las mismas regiones que ya ardieron en 2019.
La temporada de incendios boreales en el hemisferio norte ha llegado, y desde CAMS se encargan de vigilar la actividad de esa región del Ártico y detectar los incendios activos, así como su intensidad.
“Hemos visto observaciones satelitales de incendios activos que insinúan que los incendios ‘zombis’ podrían haberse reavivado”, asegura Mark Parrington, científico principal y experto en incendios forestales del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copérnico de la Unión Europea, aunque señala que todavía habría que confirmarse esa hipótesis con mediciones en tierra.
Asimismo, cuenta que, en las zonas que ya ardían el año pasado se están extendiendo las anomalías, lo que supone un problema porque podría producirse un efecto acumulativo de la temporada de incendios del año pasado en el Ártico, que alimentará la próxima temporada y podría provocar incendios a gran escala y a largo plazo en la misma región una vez de nuevo, explica el experto.
Un incendio zombie es “un incendio que continúa ardiendo bajo tierra y luego vuelve a encenderse en la superficie después de un período de tiempo”, explicó Mike Waddington, experto en ecosistemas de cuencas hidrográficas de la Universidad de McMaster en Canadá a AFP.
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Las señales de que los incendios zombie puedan haberse reavivado en el Círculo Polar Ártico son motivo de preocupación, según indica CAMS en un comunicado, ya que los incendios forestales del año pasado fueron los más intensos jamás detectados, emitiendo aproximadamente 60 megatoneladas de dióxido de carbono, solo en junio de 2019, “el equivalente de las emisiones anuales totales de Suecia”, advierten.
Además, concretamente en Europa, se han registrado temperaturas récord en el mes de marzo de abril, lo que puede suponer otro riesgo de incendios forestales, pues la probabilidad de que se produzcan aumenta con climas cálidos y baja humedad.
“Ha habido un calor tremendo en el Ártico que habrá llevado a mucho secado, haciendo que los suelos de turba estén maduros para quemar”, aseguró Waddington al mismo medio.
Este texto apareció originalmente en 20 Minutos, puedes ver el original aquí.
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