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Uno de cada cuatro españoles respiró en 2019 aire contaminado. En total, el año pasado fueron 12.5 millones las personas afectadas por partículas perjudiciales para la salud, un número que, eso sí, supuso un descenso de 2.3 millones de afectados respecto a 2018 y la cifra más baja desde 2011.
No obstante, esos cálculos, recogidos por Ecologistas en Acción en el informe sobre la calidad del aire en España durante el pasado año no son benévolos por dos motivos. El primero, porque se han calculado según los valores límite y objetivo establecidos en la legislación española, que son más laxos que los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En base a estos últimos, la población que respiró aire contaminado en el período citado aumentaría hasta los 44.2 millones de personas, un 94% de la población.
Miguel Ángel Ceballos, autor del informe, ha querido recalcar en una rueda de prensa reciente que, más que descender, la contaminación se estabilizó en el pasado año y ha apuntado que sigue causando la muerte prematura de 30.000 personas en nuestro país anualmente.
Esto supone que se han duplicado los 16,000 fallecimientos al año registrados hace apenas una década. En Europa, la OMS eleva esas muertes hasta el medio millón. Además, esta mortalidad prematura y la pérdida de días de trabajo por la contaminación alcanzaba un coste, en 2013, de 38,000 millones de euros según el Banco Mundial, una cuantía equivalente al 3.5% del PIB de España. Todo ello, sin contar los daños provocados a los cultivos o ecosistemas naturales.
“Es una mejora muy ligera”, ha definido Ceballos, que ha apuntado que se ha producido una reducción de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) pero han ascendido los de partículas en suspensión (PM10 y PM2.5) y dióxido de azufre (SO2). La contaminación por ozono troposférico se ha mantenido estacionaria.
Estos datos se debieron a las bajas precipitaciones de los primeros meses del año, que se transformaron en inestabilidad en otoño con lluvias que han favorecido la bajada de la contaminación.
Con todo, el pasado año los principales focos siguieron siendo las áreas urbanas, donde más se concentra el tráfico motorizado, primera causa de la contaminación.
“La única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando el transporte público, la bicicleta y el tránsito peatonal”, ha añadido Nuria Blázquez, coordinadora de Transportes de Ecologistas, que ha querido resaltar los datos de la contaminación en las ciudades durante el confinamiento para probar su razonamiento.
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Tal y como ha recordado, la polución ha descendido hasta un 58% en las principales ciudades del país en los meses en los que la economía, y con ello el transporte motorizado, ha frenado en seco. Así, aunque ha asegurado que aún es pronto para saber si estamos en los niveles de contaminación habituales, sí ha resaltado que es buen momento para que las administraciones decidan priorizar el transporte público e insten a los ciudadanos a moverse en bicicleta o andando.
En este punto, ha criticado el plan de automoción presentado por el Gobierno central la semana pasada con el que los españoles podrán beneficiarse de una ayuda de hasta 6,500 euros para cambiar de coche.
Además, ha señalado la necesidad de implantar en las grandes urbes zonas de bajas (o cero) emisiones, como Madrid Central, que ha ayudado a que la capital registre una importante baja de la contaminación en el último año.
Este texto apareció originalmente en 20Minutos, puedes ver el original aquí.
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