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“La solidaridad de tantas personas es una inspiración para seguir adelante”. Con estas palabras Francisco Javier Vera Manzanares, fundador del movimiento ambiental ‘Guardianes por la Vida’, se limita a contestar sobre la amenaza de muerte que recibió hace unas semanas y que conmocionó al país.
Colombia es el país más letal para líderes ambientales. Solo en este 2021 han sido asesinados más de una veintena de líderes. Por ello, el suceso le catapultó a la escena internacional llegando a recibir mensajes de apoyo de Michelle Bachelet, Comisionada de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
No obstante, un discurso en el Congreso de Colombia en diciembre de 2019 lo dio a conocer en su país. “Sentí mucha emoción, poder llegar a esos espacios, era como un sueño para mí”, asegura en entrevista con DW el activista de 11 años. “Nunca en el Congreso de mi país se había visto eso”, agrega orgulloso.
El activista colombiano empezó a manifestarse los viernes en el marco del llamado de la activista sueca Greta Thunberg para reclamar más acción en la lucha mundial contra el cambio climático. El punto de arranque fue una marcha en marzo de 2019.
“Iniciamos una movilización con seis niños, tres con unas pancartas, otros dos iban con una bolsa de basura recogiendo papeles y basura y otro con unos volantes. Nos fuimos desde mi casa (Villeta) a la alcaldía y ahí hicimos un discurso sin megáfono, sin micrófono, sin nada y luego empezamos a generar esas mismas movilizaciones cada viernes”, recuerda.
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Vera recalca que el entorno en el que vive lo motivó a involucrarse en la lucha por la defensa de la naturaleza. “Soy activista, animalista y contemplé la naturaleza, la admiro y lucho por ella. De esa pasión por ese animalismo inicié ‘Guardianes por la Vida“, explica.
El activista es comparado con frecuencia con la fundadora del movimiento juvenil “Fridays for Future”. “Admiro su trabajo, pero Greta está en Europa, es otro contexto en el que ella viva, mientras que Colombia es un país desigual”, recuerda. “En Colombia, el ser líder ambiental es una amenaza, mientras allí se garantiza mucho más poder alzar la voz”, agrega considerando que “compararme con Greta es descontextualizar por las realidades que vivimos los dos”.
El objetivo del movimiento es poner el cambio climático “en el centro de discusión y que sea un punto fundamental para los gobiernos, los ciudadanos y las empresas”. Para ello, el movimiento ambiental, en el que se aglutinan más de doscientos niños y jóvenes, de entre 3 y 20 años, pretende alzar la voz de aquellos que se encuentran fuera de la capital.
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Una de ellas es Sara Manzanares, de 11 años. Vive en Cajica (Cundinamarca) y forma parte del movimiento, en el que ejerce como defensora de los animales, desde hace dos años. “Nosotros somos la voz de los animales, ellos no tienen cómo expresar el dolor o sus sentimientos hacia nosotros”, dice en entrevista con DW. Por este motivo, su tarea consiste en hacer conciencia social del abandono, del maltrato, del abuso, de la negligencia, de la sobreexplotación, del testeo animal, de las corridas de toros, de las peleas de gallos, de perros, del tráfico de animales.
La futura veterinaria alertó de la disminución de especies en el mundo debido a la caza ya que “algunas personas los matan por explotación, para vender sus pieles, sus colmillos, sus garras” y el tráfico de animales. “Llegaron más de 300 especies de Amazonas a Bogotá”, lamenta.
Para generar concienciación alrededor de los animales, Manzanares participa en las redes sociales del movimiento. “De algunas especies no se habla tanto y es importante que la gente conozca sobre ellas”, apunta a DW Camilo Torres, de 13 años, que también participa en la iniciativa.
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Vive en Bucaramanga y se integró en el movimiento hace un año. Las nuevas tecnologías han sido fundamentales para sumar a nuevos miembros durante la pandemia.
“La ecología acá en Colombia se habla entre adultos y las organizaciones sobre ecología son de gente mayor, con ideales de hace tiempo y no encontraba una conexión entre esas personas y yo”, dice recordando la motivación que le causó ver una de las intervenciones de Vera.
“Estamos viviendo desde hace tiempo en emergencia climática”, alerta apuntando que mientras la capital colombiana ya la declaró, en el resto del país la demanda no ha sido tenida en cuenta.
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Además de ese objetivo principal, el movimiento se implica en luchas territoriales como la defensa del páramo de Santurbán, para la que elaboró una serie de vídeos invitando a la población a participar en la misma.
“El páramo nos da agua y en Bucaramanga surgieron distintas protestas porque no queríamos que el agua corriera peligro”, recuerda Torres. “Necesitamos agua para vivir”, subraya.
La paralización, por ahora, de un proyecto minero que lo amenaza puede considerarse como uno de los logros obtenido, así como la prohibición de los ensayos en animales y la recolección de 25,000 firmas para prohibir los plásticos de un solo uso, entre otros. Asimismo, el movimiento ha traspasado fronteras y ya cuenta con nodos en otros países como Argentina, México y Venezuela.
Este texto apareció originalmente en DW, puedes ver el original aquí.
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