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Los incendios forestales en la Amazonía han incrementado, solo en 2021 la deforestación se disparó un 22%, siendo el nivel más alto desde 2006.
Aunque se trata de regiones lejanas, nuestra alimentación está directamente relacionada con la quema o tala de estas grandes superficies de bosques. “Hay un gran desconocimiento sobre el tema y, muchas veces, sin saberlo, somos cómplices de la deforestación”, se lamenta Elena Domínguez, experta del programa de bosques de la entidad conservacionista WWF España.
A escala mundial, “los ciudadanos europeos somos responsables de más del 10% de la deforestación generada para cultivar en tierras que antes eran bosque”, añade Domínguez. “Un 80% de esa deforestación se debe a la agricultura intensiva que arrasa los bosques para producir en el mismo suelo productos como la soja, la carne de vacuno y el aceite de palma”, denunció WWF durante su campaña pasada #NoTeComasElBosque (#Together4Forests en inglés).
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“Estos productos acaban en el mercado europeo y en nuestras cestas de la compra ya que la Unión Europea es uno de los principales importadores agroalimentarios”, indica también esta iniciativa en la que participan más de 100 ONG de todo el mundo.
La soja, el aceite de palma y la carne de res son considerados los tres grandes culpables de la deforestación de la carne.
La soja se destina básicamente a la producción de piensos para la alimentación de ganado. El 87% de la soja importada por la UE se utiliza a este fin, siendo España el segundo mayor importador, por detrás de Holanda. En concreto, las importaciones españolas de esta materia prima supusieron el 18% de todas las importaciones de soja de los 27 países de la UE, en el año 2017. Un 40% procedía de Brasil, un 32% de Argentina y un 16% de EE.UU.
Según un informe del comité holandés de la IUCN y la organización The Sustainable Trade Initiative (IDH), tan solo el 22% de la soja utilizada en Europa en el 2017 cumplía con los estándares o criterios establecidos por la Federación Europa de Fabricantes de Piensos (European Feed Manufacturers’ Federation, FEFAC) para considerar dicha soja “sostenible” o libre de deforestación.
El aceite de palma es el más consumido del mundo, por delante del de girasol o colza, según la European Palm Oil Alliance. La mayor parte se destina a biodesel, pero en menores cantidades el aceite de palma se encuentra en un amplio abanico de productos alimentarios y cosméticos, desde galletas a helados e incluso en la pasta de dientes.
Un 80% de la producción actual tiene lugar en países del sudeste asiático, sobre todo Indonesia y Malasia, pero durante los últimos años su cultivo en África está ganando terreno. Las selvas tropicales de Indonesia sufren una de las mayores tasas de deforestación del planeta. Se estima que han perdido un cuarto de su superficie en los últimos 25 años.
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La carne de res necesita de grandes superficies de pasto para alimentarse y estos pastos se ganan a costa de las regiones brasileñas de la Amazonía y el Cerrado, principalmente. Brasil proporciona entre el 25% y el 40% de las importaciones de carne de vaca de la UE y un estudio publicado en la revista Science considera que el 17% de la carne de res importada por la UE desde este país latinoamericano procede de áreas deforestadas ilegalmente.
Además de ser el hogar de millones de plantas, animales y pueblos indígenas, los bosques son reservas de aire y agua y nos protegen de enfermedades, además de ser nuestros mejores aliados contra el cambio climático.
La deforestación es, de hecho, la segunda mayor responsable de emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. Elena Domínguez, de WWF, señala que la solución pasa por una dieta baja en proteínas de origen animal, “que es lo que recomiendan los nutricionistas”.
Este texto apareció originalmente en La Vanguardia, puedes ver el original aquí.
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