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Unos 247 millones de pies cúbicos de nieve y hielo colapsaron de un glaciar en la región montañosa y seca del oeste del Tíbet en 2016, extendiéndose más de 8 kilómetros en tres minutos a velocidades de casi 321 km/h. Dejó un total de nueve víctimas y cientos de animales. El evento sorprendió a los científicos, que habían visto un colapso de tal magnitud solo una vez.
Y luego volvió a suceder, tres meses después, en un glaciar vecino, aunque sin víctimas. Los glaciólogos no creían que los glaciares pudieran comportarse de esta manera, y de repente habían presenciado dos colapsos similares en un año.
Un análisis de los eventos, publicado en la revista Nature Geoscience, encontró que el cambio climático fue el culpable de ambos colapsos. El estudio sugiere que, además de los riesgos conocidos que plantea un clima cálido, como el aumento del nivel del mar, también podemos esperar algunas sorpresas catastróficas.
Para comprender lo que encontraron los investigadores, ayuda saber que generalmente hay dos tipos de glaciares de montaña: planos y empinados. Cuando un glaciar plano se derrumba, puede mover mucha nieve y hielo, pero a cámara lenta. Estas “oleadas” pueden durar semanas e incluso años, pero no se mueven más de unos 30 metros por día.
Los glaciares empinados están peligrosamente pegados a las paredes de las montañas, y cuando colapsan crean avalanchas con velocidades de hasta 402 km/h. Esas avalanchas pueden poner en peligro a los alpinistas, pero sobre todo no mueven tanta nieve y hielo.
En el Tíbet, sin embargo, los investigadores vieron un aterrador híbrido de los dos. “Era un glaciar plano, pero producía velocidades de hasta 300 km/h”, dijo Andreas Kääb, profesor de geociencias en la Universidad de Oslo en Noruega y autor principal del estudio.
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Además de la velocidad, cada uno de los colapsos movió suficiente nieve y hielo para llenar un millón de vagones de tren de carga que se extienden a lo largo de 12,070 kilómetros, dijo el doctor Kääb. Esa es aproximadamente la distancia entre la ciudad de Nueva York y Shanghái.
El único otro evento comparable que los científicos han registrado fue el colapso de 2002 del glaciar Kolka en las montañas del Cáucaso. Ese colapso cayó 12 kilómetros río abajo, alcanzando velocidades de 288 km/h, dejando más de 120 víctimas en la región de Osetia del Norte al sudoeste de Rusia.
“Sucedió durante la segunda guerra chechena, muy cerca del límite con Chechenia, por lo que había muchos refugiados acampando”, dijo Kääb.
No es seguro qué causó el colapso del Cáucaso. Pero los científicos dicen que el factor determinante en el Tíbet fue el cambio climático.
Normalmente, el aire frío en la meseta tibetana no puede contener mucha humedad. Pero el aire más cálido causado por el cambio climático (la región se ha calentado a 0.4°C por década desde 1960) retiene más humedad, lo que genera más nevadas invernales. Si bien muchos glaciares de todo el mundo están en retirada debido a que las temperaturas más cálidas los están descongelando, los glaciares tibetanos que colapsaron se encuentran entre los que están creciendo debido a la mayor cantidad de nieve.
En los meses de verano, también ha habido más lluvia. Esa agua creó grietas a través del glaciar y saturó el suelo debajo, actuando como una especie de lubricante. Con más peso en la parte superior y menos fricción para mantener el glaciar en su lugar en la parte inferior, colapsó.
“Tienes un glaciar más grueso empapado de agua”, comentó Kääb. “Son dos impactos del cambio climático que contribuyeron a que los glaciares fueran inestables”.
Lonnie G. Thompson, profesor de ciencias geológicas en la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos), dijo que la cordillera subyacente tampoco ayudaba. “El lecho de roca de esta cadena montañosa era de piedra arenisca, que no es extremadamente resistente para empezar”, dijo el doctor Thompson, quien no formó parte del estudio, pero por casualidad estaba en el Tíbet cuando colapsó el primer glaciar.
Kääb dijo que esperaba que el estudio sirviera para llamar la atención de las personas que viven cerca de los glaciares de montaña y que este tipo de colapso, aunque raro, puede ocurrir.
“El viaje de las avalanchas tibetanas fue de 8 o 9 kilómetros. El que está en el Cáucaso viajó 18 kilómetros. Si dibujas un círculo de 18 kilómetros de diámetro alrededor de los glaciares del mundo, ves que incluso las ciudades están dentro de este alcance”, explicó.
“Si esto sucediera en áreas que están más pobladas que el Tíbet, sería un gran desastre”.
Este texto apareció originalmente en The New York Times, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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