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A medida que el cambio climático se acelera, el océano se está volviendo cada vez más ácido, y los científicos están intensificando las investigaciones sobre el impacto en los ecosistemas y la vida marina. En tan sólo unos pocos años, el campo de la investigación de la acidificación de los océanos se ha expandido rápidamente, pasando de experimentos a corto plazo en una sola especie a estudios complejos a largo plazo que abarcan interacciones entre especies interdependientes.
“Como cualquier disciplina, tarda tiempo en madurar, y ahora estamos viendo ese proceso de maduración”, dijo Shallin Busch, quien estudia la acidificación del océano en el Northwest Fisheries Science Center de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), en Seattle (EE. UU.).
A medida que el océano absorbe dióxido de carbono de la quema de combustibles fósiles, el pH del agua del mar disminuye. El aumento resultante de la acidez dificulta la capacidad de los corales, cangrejos, ostras, almejas y otros animales marinos para formar conchas y esqueletos de carbonato de calcio.
Hasta mediados de los 2000, los impactos de la acidificación del océano llegaron a ser reconocidos extensamente. De hecho, no se menciona la acidificación en los tres primeros informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), publicados en 1990, 1995 y 2001. La acidificación oceánica recibió una breve mención en el informe de 2007, y finalmente se discutió extensamente en la última edición publicada en 2014.
Según Philip Munday, quien investiga los efectos de la acidificación en los arrecifes de coral en la Universidad James Cook (Australia), eso comenzó a cambiar hace unos cinco o seis años.
“Los primeros estudios fueron de especies únicas que se ponían a prueba en las condiciones de acidificación del océano, a menudo las condiciones bastante extremas en períodos cortos de tiempo”, dijo. “Ahora están trabajando en experimentos a largo plazo.”
Esto incluye estudiar cómo la acidificación puede cambiar la forma en que interactúan los organismos de una comunidad o ecosistema. También significa observar cómo los impactos podrían cambiar con el tiempo, debido a las especies que migran o se adaptan, ya sea a corto plazo o a través de varias generaciones y cómo estos efectos pueden variar dentro de la misma especie o incluso con la misma población.
Nueve ejemplos de esta nueva generación de investigación sobre la acidificación se incluyen en una reciente publicación de la revista Biology Letters. Un estudio, por ejemplo, encontró que la capacidad de adaptarse a los cambios de pH difería en los miembros de la misma especie de erizos de mar basada en la ubicación. Otro informe descubrió que un caracol de cono era más activo en aguas con niveles elevados de dióxido de carbono, pero era menos exitoso en la captura de presas. Otro destaca que el sexo de un organismo individual puede afectar su respuesta a la acidificación.
Munday, quien editó la serie de artículos, dijo que uno de los principales puntos es que los investigadores están estudiando cada vez más el potencial de las especies para adaptarse a la acidificación del océano y encontrar esas adaptaciones puede ser bastante complejo.
Específicamente señaló un estudio sobre las ostras, trabajos anteriores habían demostrado que las ostras cuyos padres estaban expuestos a las condiciones de acidificación mejoraron en esas condiciones, que aquellas cuyos padres no lo estaban. Pero en un nuevo estudio, los investigadores encontraron que cuando expusieron a la descendencia a factores de estrés adicionales, como temperaturas de agua más altas y mayor salinidad, esas ventajas de adaptación disminuyeron.
Todos los estudios requieren incluir factores que a menudo se pasan por alto, como sexo, ubicación o cambios en la tasa de depredación en estudios futuros. De lo contrario, advierten los investigadores, los impactos serán cada vez más difíciles de predecir a medida que el océano continúe acidificándose.
“Es demasiado pronto para hacer cualquier tipo de generalidades”, dijo Munday.
Busch también advierte contra generalidades en el último documento de NOAA. Al construir una base de datos de especies en el Estrecho de Puget (EE. UU.) y su sensibilidad a los cambios en el carbonato de calcio disuelto, encontró que resumir la sensibilidad de las especies por clase u orden en lugar de la familia, puede resultar en sobrestimar su sensibilidad.
Ella lo comparó con similitudes entre personas de la misma familia inmediata versus personas que son primos lejanos.
“Habrá mucha más variación entre esas personas porque no están estrechamente relacionadas”, dijo. “Pero cuando la gente empezó a resumir datos muy temprano en el campo, no había mucho de donde extraer la información. Así que se hizo a nivel de clase”.
“Ahora que tenemos muchos más estudios e información de los cuales se puede sacar provecho, la forma de realizar resúmenes de la respuesta de las especies debe ser matizada”, agregó.
Es probable que la investigación sobre la acidificación se haga más matizada en los próximos años. Por ejemplo, a partir de las amplias proyecciones iniciales de la acidez superficial promedio del océano, los investigadores han comenzado a determinar las proyecciones de pH, los impactos y las adaptaciones a nivel local.
Este artículo apareció en Oceans Deeply, puedes encontrar el original en inglés aquí. Para más noticias sobre los océanos puedes suscribirte a la lista de correos de Oceans Deeply.
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