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Si el mundo va a experimentar un aumento catastrófico del nivel del mar…hay muchas posibilidades de que todo comience con el colapso del glaciar Thwaites.
Si Thwaites se descongela, podría desencadenar una cadena de eventos que desestabilizaría la capa de hielo de la Antártida Occidental. El glaciar Thwaites no es particularmente estable en sí mismo.
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La línea de tierra del glaciar, el lugar donde está unida al lecho rocoso de la Tierra, se encuentra debajo del nivel del mar, lo que la hace vulnerable no solo a descongelarse por el calentamiento del aire sino, lo que es más importante, desde abajo. El agua cálida del océano está causando lentamente la retirada de la línea de tierra del Thwaites. En 2014, dos estudios concluyeron que este proceso ya está ocurriendo.
Dado que el mundo todavía no está cerca de las reducciones de emisiones necesarias para evitar el calentamiento global significativo, el glaciólogo de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), Michael Wolovick, cree que no es una mala idea considerar otras formas de prevenir el colapso de las capas de hielo marino.
Wolovick presentó una investigación, aún no publicada, que analiza la posibilidad de construir un alféizar (repisa) artificial en el océano para soportar al Thwaites u otros glaciares con estructuras similares. Básicamente sería una muleta, tal vez una masa de material protegido por rocas que se elevan desde el fondo del mar, que sirve para bloquear el agua caliente.
“Podría ralentizar el colapso de la capa de hielo marino o, en algunos casos, revertirlo”, dijo a Oceans Deeply, sobre la base de lo que ha demostrado su modelo.
Incluso si funcionara, construir un alféizar lo suficientemente grande como para estabilizar al Thwaites sería un proyecto de infraestructura oceánica sin precedentes y costoso que se encuentra en algún lugar entre la adaptación a los riesgos climáticos y la geoingeniería de la Tierra para prevenirlos. La discusión seria de tales ideas ha sido, durante mucho tiempo, controvertida.
La geoingeniería de cualquier tipo corre el riesgo de ofrecer a los políticos intransigentes excusas para seguir emitiendo carbono y conduce inevitablemente a consecuencias negativas o involuntarias y dilemas éticos.
Aun así, actualmente la discusión científica de ideas aún más radicales que reducen directamente la temperatura del planeta: desde “fumigar” la atmósfera con aerosoles de sulfato refrigerantes, fertilizar el océano con hierro, hasta “nubes marinas” que brillan para reflejar la luz solar, ahora se está volviendo más fuerte y seria.
“Nos hemos demorado tanto con respecto a la reducción de las emisiones de carbono… que nos enfrentamos al hecho de que debemos pensar de forma diferente sobre cómo evitar los peores impactos del cambio climático”, dijo Peter Frumhoff, científico jefe del clima del grupo sin fines de lucro Union of Concerned Scientists.
A medida que las regiones polares experimentan los efectos del cambio climático a un ritmo más rápido, varias de estas nuevas propuestas buscan específicamente salvar el hielo polar, tanto las capas de hielo terrestres, como en la propuesta de Wolovick, y el hielo marino. Recientemente se presentaron entre varias propuestas en dos sesiones de geoingeniería en la reunión de la Unión Geofísica Americana.
El deshielo marino, a diferencia de las capas de hielo y glaciares, no contribuye al aumento del nivel del mar, pero la pérdida de la superficie reflectante de hielo en el océano acelera las tasas de calentamiento global y ya ha amenazado seriamente los ecosistemas y las culturas del Ártico. Los expertos creen que el Ártico podría estar libre de hielo en el verano de 2030.
Esta es la razón por la que una propuesta, de la Ice911 Research Corporation, dirigida por la profesora de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), Leslie Field, imagina la difusión de un material reflectante en el hielo polar para reducir su índice de deshielo. Otro analiza la construcción de hielo marino más grueso.
Los científicos de la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos) calcularon que bombas impulsadas por el viento podrían rociar agua oceánica sobre el hielo marino del Ártico en el invierno. La idea es que el agua se congele y cree hasta 1 metro de hielo marino al año, en teoría invirtiendo el impulso actual hacia un Ártico libre de hielo si se lleva a cabo en más del 10% del Ártico. En una escala menor, el mismo enfoque podría salvar el hielo marino en regiones clave que son el hábitat del oso polar.
“Esto tiene menos consecuencias negativas que, por ejemplo, un método de sulfato en aerosol para enfriar el planeta, y es reversible. Si no te gusta el resultado de hacer hielo más grueso, podrías parar”, dijo la científica de la Universidad Estatal de Arizona Hilairy Ellen Hartnett, quien fue coautora de un trabajo con el autor principal Steve Desch y otros colegas. Ella dijo que su equipo actualmente está buscando fondos para pasar del modelaje a la prueba a escala de la idea.
Al igual que Hartnett, Wolovick cree que, en teoría, su idea del alféizar artificial podría ser especialmente factible porque apunta a un área geográfica limitada mientras que tiene un beneficio global mucho más grande.
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Los científicos detrás de estas propuestas enfatizan que tales ideas no pueden reemplazar las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero y que realmente solo serían medidas provisionales. E incluso si tales intervenciones climáticas resultan ser factibles, costarían mucho y probablemente tendrían inconvenientes a escala local, regional o global.
Hasta ahora, dijo Peter Frumhoff, el mundo ha carecido de una estructura de gobierno formal para analizar todo tipo de enfoques de intervención climática. Él cree que esto es necesario antes de que las ideas pasen de modelos de computadora a pruebas de campo.
“Estas conversaciones científicas serias deben ir acompañadas de diálogos públicos serios y significativos”, comentó.
Este artículo apareció en Oceans Deeply, puedes encontrar el original en inglés aquí. Para más noticias sobre los océanos puedes suscribirte a la lista de correos de Oceans Deeply.
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