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La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) ha recordado que las catástrofes naturales son “inevitables” y que “nadie está a salvo de ser víctima” de una de ellas.
Por ello, el trabajo de su prevención y reducción “concierne a todo el mundo, desde los campesinos hasta los jefes de Estado” según explica en su web y, para concienciar a todo el planeta, fijó el 13 de octubre como Día Internacional para la Reducción de los Desastres.
Según los datos facilitados por UNISDR, durante los últimos 20 años más de 1.35 millones de personas perdieron la vida en situaciones de este tipo y más de 4,000 millones fueron heridas, se quedaron sin hogar, tuvieron que desplazarse o recurrieron a algún tipo de ayuda.
Las peores tragedias se producen regularmente en los países menos desarrollados, lo que demuestra que “una combinación de factores naturales, culturales, sociales y políticos” incrementa los daños, que pueden “minimizarse” con una actuación coordinada y de objetivos concretos a nivel global.
La UNISDR explica que la mayoría de víctimas se debe a sucesos meteorológicos (sobre todo, a las inundaciones, las tormentas y la olas de calor, que han duplicado sus cifras en los últimos 40 años) y geofísicos (como los terremotos, los tsunamis o las erupciones volcánicas).
Los seísmos destacan como una de las causas principales del elevado número de fallecidos en los siniestros de los últimos decenios: desde los 75,000 muertos en Perú con el temblor de 1970 hasta los 300,000 de Haití por el de 2010.
Especialmente devastadores fueron también el terremoto y su maremoto asociado de 2004 que dejó unas 230,000 víctimas en una docena de países africanos y especialmente asiáticos como Indonesia o Tailandia, y el que en 1976 afectó a China y causó otros 242,000 muertos además de borrar del mapa la ciudad de Thangshan.
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Las inundaciones causadas por fuertes lluvias, tifones y huracanes también han castigado a varios países y, de forma especialmente atroz, a Bangladesh, donde en 1974 perecieron 30,000 personas y en 1985, otras 40,000.
Los expertos de la UNISDR llaman la atención sobre las consecuencias del cambio climático, al cual se agregan otros problemas de consecuencias funestas como los generados por las temperaturas extremas en forma de olas de frío o de calor.
Así, en el invierno de 1998, casi 700 personas murieron en Europa oriental por culpa de una de las peores olas de frío registradas, mientras que, en agosto de 2003, las autoridades europeas cifraron entre 40,000 y 70,000 las víctimas de la tremenda ola de calor que barrió el oeste de Europa.
Así las cosas, la III Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en Sendai (Japón) en marzo de 2015 fijó desde entonces el conocido Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.
El documento comprende cuatro prioridades de acción: comprender el riesgo de catástrofes naturales, fortalecer la gobernanza nacional e internacional para gestionarlo mejor, invertir en su reducción e incrementar la preparación para responder con mayor eficacia y, posteriormente, reconstruir y rehabilitar mejor las zonas afectadas.
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Para cumplir estas prioridades, contempla medidas como la recopilación y análisis de datos, el fortalecimiento de bases de referencia con información fiable, la concienciación ciudadana, la promoción del diálogo y cooperación entre comunidades científicas y tecnológicas o la creación de foros de coordinación política.
Además, la UNISDR fijó siete metas, de las cuales la campaña de 2018 trabaja actualmente en la tercera: la reducción de las pérdidas económicas causadas directamente por los desastres y la concienciación de que éstas tienen también un costo humano.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí.
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