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Éste es un artículo de opinión, su contenido expresa la postura de su autor, Isaías A. Márquez Díaz.
Tras unas 48 horas recién culminada la semana mayor, se produjeron unos 52 incendios forestales a escala nacional, según PC, de los cuales unos 15 ocurrieron en la Gran Caracas, de los que se ignoran causas precisas, para lo que se utiliza, además, un término poco preciso denominado “combustión espontánea”que más impreciso se hace en áreas tan densas como las de la Gran Caracas, por donde hay afanes de piromanía más los típicos sancocheros quienes planifican sus picnics en zonas boscosas cercanas a la ciudad; sobre todo, en algún riachuelo y/o quebrada, tal y como ocurre hacia los bordes de la Av. Boyacá (Cota Mil), a lo largo de todo su recorrido.
Experimentamos, cada año, por esta época de sequía como grandes amplitudes fitogeográficas y/o geobotánicas de nuestro espacio sufren una calcinarbonización inmisericorde a causa de manos criminales o piromaníacas, lo cual es indicación clara de inexistencia de una política forestal a fin de controlar el flagelo del fuego, a través de medidas de prevención y de extinción, puesto que en tanto y cuanto mayores sean los esfuerzos en la prevención, menores serán los recursos necesarios para solventar una problemática que podría ofrecer dimensiones críticas por sus daños a los ecosistemas, paisajes naturales, bienes, servicios e incluso vidas humanas.
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Así, las medidas preventivas de las masas forestales estarían dirigidas a evitar la ignición y la extensión del fuego, y a facilitar las operaciones de los medios de extinción, que coadyuvarían a mejorar su eficacia; consistirían en labores silvícolas, tales como podas y aclareos; limpiezas de bordes (brocales y cunetas) a lo largo de las vías vehiculares; mantenimiento de las áreas de cortafuego y los primarios, incluso.
Abarcaría, además, la instalación de hidrantes en dichas áreas, contrucción de tanques de agua y mejoras de las redes de pistas forestales para tránsito automotor, tales como las que existen en el área recreacional de Los Venados, Parque Nacional Waraira Repano (El Ávila), cuyo control podría hacerse mediante patrullaje aéreo o desde puntos de observación ubicados en las terrazas de edificios públicos más importante de la ciudad, tal y como se realizaba en el pasado.
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