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Los veranos se están volviendo cada vez más intensos y mortales, por lo que es importante saber por qué está ocurriendo y cómo debemos actuar en caso nos encontremos vulnerables al calor extremo.
A lo largo de la historia los humanos han logrado adaptarse a temperaturas extremas para sobrevivir, pasando por olas de calor parecidas a las de ahora, pero existe una diferencia que las hace más peligrosas en la actualidad: la humedad. No hay duda que el cambio climático ha influenciado en este factor.
Según el profesor y científico William H. Calvin, de la Universidad de Washington, la exposición al calor normalmente provoca sudor, el cual se evapora de nuestra piel y produce un efecto aliviador de enfriamiento. Pero cuando existe una condición de humedad inusualmente alta, este aire ya se encuentra saturado con vapor de agua, por lo que nuestro cuerpo ya no puede producir este efecto de enfriamiento mientras continuamos sudando, provocando que nos deshidratemos más rápido. Lo mismo sucede si las condiciones son extremadamente contrarias en un ambiente totalmente seco.
Países de todo el mundo han experimentado olas de calor extremas en los últimos años, recientemente lo está experimentando Sudamérica, con temperaturas de hasta 42°C en Argentina. En el caso de Uruguay, las temperaturas máximas estimadas para este verano pueden llegar a superar el récord histórico de 44.5°C; y en Brasil, las temperaturas más altas pueden ser entre 10 y 15 grados por encima del promedio para esta época.
Otro de los países que se encuentra en pleno verano es Australia, que ya ha sido conocido por romper temperaturas récord año con año. 2022 no es la excepción, durante el enero, el país alcanzó los 50.7°C, 11 grados por encima del promedio para la misma época.
Antes de saber cómo lidiar con una ola de calor debemos conocer qué efectos produce y sus síntomas:
Golpe de calor: se identifica con náuseas, vómitos, dolor de cabeza, piel caliente y enrojecida, aumento de la temperatura corporal arriba de los 40°C, mareos, problemas para caminar, confusión o desorientación y en los peores casos puede llegar a producir convulsiones o coma.
Agotamiento: parecido al golpe de calor, este produce malestar, dolor de cabeza, náuseas, vómitos y/o sed intensa. El agotamiento también puede suceder días después de estar expuesto a altas temperaturas o por no recibir la cantidad suficiente de líquidos para compensar la pérdida de agua en el cuerpo.
Deshidratación: produce decaimiento, sensación de agotamiento.
Calambres: puede desarrollarse en personas que sudan mucho, ya que la sudoración excesiva consume toda la sal y humedad del cuerpo, provocando dolores musculares o espasmos en el abdomen, brazos o piernas.
Sarpullido por calor: este efecto es más común en los niños pequeños expuestos al calor, irritando la piel por sudar demasiado. La irritación puede presentarse en grupos ojos de granos o ampollas en el pecho, los pliegues de los codos o el cuello.
Otros factores que pueden elevar el riesgo de tener alguna enfermedad por calor son los niveles altos de humedad, fiebre, obesidad, deshidratación, uso de medicamentos recetados, enfermedades cardiacas y mentales, mala circulación, quemaduras de sol y el consumo de alcohol.
También es importante conocer los grupos de personas que son más vulnerables a este tipo de clima:
En cuanto a las mascotas también es importante prepararlas para evitar que sufran de alguna enfermedad por calor:
Si tienes plantas o huertos puedes seguir estos consejos:
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