El guardabosques holandés Andre Donker suspiró mientras observaba las ondulantes aguas grises de Markermeer, uno de los lagos de agua dulce más grandes de Europa.
“Antes estaba lleno de peces aquí”, dijo.
Esta vasta extensión de agua de 700 kilómetros cuadrados, que regula el nivel de agua en el resto de Holanda, hasta hace poco no había sido más que una masa turbia sin vida acuática.
Ahora, la esperanza es que un nuevo archipiélago artificial de cinco islas devuelva la naturaleza a la zona a través de un proyecto de ingeniería ambicioso para un país de baja altitud que ha luchado contra el mar durante siglos.
Es “una de las operaciones de reconstrucción más grandes de Europa”, comentó Donker.
El lago fue una vez parte del Zuiderzee, una maravilla de la ingeniería del mundo completada en 1932, que cerró una gran extensión de agua para mantener alejado el Mar del Norte y combatir las inundaciones.
Vital en un país donde el 26% de la tierra está por debajo del nivel del mar, el esquema creó un lago interior y pólderes, tierra recuperada del mar, pero a un costo para el medio ambiente.
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Durante las décadas subsiguientes, el sedimento utilizado para crear un dique que separaba el Markermeer de un cuerpo de agua vecino, el IJsselmeer, se lavó y se hundió hasta el fondo del lago. Eso hizo que el agua se volviera turbia, afectando negativamente a las poblaciones de peces y aves, plantas y moluscos.
Los cinco islotes fueron construidos en dos años y medio y ya han servido como lugar de descanso para 30,000 golondrinas. Los expertos recientemente contaron 127 tipos de plantas, la mayoría de las cuales han sido traídas por semillas transportadas por el viento.
Ganso silvestre, golondrina común de mar, varias especies de vadeadores, como la garza común y la garza nocturna, también han regresado, lo que demuestra el éxito de las islas.
Este texto apareció originalmente en Nation, puedes encontrar el original aquí.
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