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Durante décadas las cataratas Victoria, donde el río Zambeze cae 100 metros en un tajo en la tierra, han atraído a millones de turistas a Zimbabue y Zambia por sus espectaculares vistas. Pero la peor sequía en un siglo ha reducido las cataratas a casi un hilo de agua y, al tiempo, ha alimentado los temores de que el cambio climático acabe con una de las mayores atracciones turísticas de la región.
Aunque es normal que las cataratas reduzcan su caudal durante la estación seca, trabajadores y funcionarios de la zona afirman que la de este año presenta una bajada sin precedentes.
“Antes, cuando se secaba, no llegaba a este punto. Es la primera vez que vemos una bajada así”, afirma Dominic Nyambe, un vendedor de artesanía de Livingston, en el lado zambiano. “Nos afecta, porque los clientes pueden verlo en Internet, tenemos menos turistas”.
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Mientras los líderes mundiales se reúnen en Madrid en la Cumbre Mundial del Clima para discutir iniciativas que frenen el calentamiento global, África ya sufre alguno de sus peores efectos. La caída de las cosechas afecta directamente a 45 millones de personas.
Zimbabue y Zambia han sufrido numerosos cortes eléctricos. Ambos países dependen, para su suministro energético, de la central hidroeléctrica del dique Kariba, que se encuentra en el río Zambezi. Tramos enteros de las cataratas ahora no son más que roca seca, y el caudal de agua es bajo en otros.
Los datos de la Autoridad del río Zambeze muestran que el caudal de agua está en su mínimo desde 1995, y muy por debajo de la media histórica. El presidente de Zambia, Edgar Lungu, ha señalado que se trata de un “serio recordatorio de lo que el cambio climático está haciendo al medioambiente”.
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Sin embargo, los científicos se muestran cautos a la hora de culpar directamente al cambio climático. Siempre ha habido variaciones estacionales en los caudales. Harald Kling, hidrólogo de la compañía de ingeniería Poyry, que además es un experto en el río Zambeze, recuerda que la ciencia climática aborda amplios periodos de tiempo, no años en particular.
“Por eso es difícil a veces culpar al cambio climático, porque las sequías han ocurrido siempre”, asegura. “Si las sequías se vuelven más frecuentes, entonces podremos decir que se pueden deber al cambio climático”.
Este texto apareció originalmente en El País, puedes ver el original aquí.
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