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Experimentos recientes destacan el potencial de algunas rocas para retener más carbono de lo que se pensaba anteriormente.
En un futuro no muy lejano, probablemente tengamos que eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera para hacer frente a la emergencia climática. La mayoría de los métodos de captura y almacenamiento de carbono implican inyectar dióxido de carbono gaseoso o disuelto en depósitos subterráneos, pero siempre existe la preocupación de que pueda volver a filtrarse.
La alternativa es la mineralización del carbono: una reacción química en la que el carbono del dióxido de carbono se bloquea en un mineral.
La mineralización del carbono ocurre de forma natural durante la meteorización de las rocas y almacena el carbono de forma segura durante miles de años, pero hasta ahora se pensaba que su potencial era limitado porque la mineralización obstruye los poros de una roca, bloqueando la entrada y evitando más reacciones.
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Sin embargo, experimentos recientes indican que en algunas rocas (como las ricas en olivino) los cristales creados durante el proceso de mineralización expanden la roca y fuerzan la aparición de nuevas grietas, que crean superficies frescas y mejoran la capacidad de almacenamiento de carbono de la roca.
Los resultados, que se presentaron en una reunión de la Unión Geofísica Estadounidense en diciembre de 2021, mostraron que algunas rocas continuaron absorbiendo carbono durante más de un mes.
“Ahora esperamos encontrar una manera de optimizar este proceso para que podamos ayudar a implementar más proyectos piloto en todo el mundo”, dice Catalina Sánchez-Roa, de la Escuela de Clima de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Este texto apareció originalmente en The Guardian, puedes ver el original en inglés aquí.
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