En los templos sij de todo el mundo, las cocinas comunitarias ofrecen comidas gratis a cualquier persona, independientemente de su color, credo o casta. Pero, a menudo distribuyen alimentos cultivados con pesticidas químicos, que pueden contribuir a la contaminación y a fugas en ríos y arroyos.
En 2015, grupos ambientalistas sij lograron que el Templo Dorado, el lugar más sagrado de la fe sij y que alimenta a 100,000 personas diariamente, comenzara a cultivar su propio alimento orgánico para reducir su impacto en la naturaleza.
“Hay muchos consejos en nuestro libro sagrado para proteger a la madre tierra y comprometerse con el mejoramiento de la sociedad para toda la vida en la tierra”, dijo Ravneet Singh, gerente para Asia Meridional de EcoSikh, un grupo ambientalista sij. “La entidad más vulnerable del planeta es el planeta en sí: el bosque, el agua, el aire, el suelo”, dijo a la Thomson Reuters Foundation.
Muchas de las religiones del mundo consideran que la naturaleza es sagrada y los líderes religiosos se han pronunciado cada vez más a favor de protegerla, incluso al actuar para frenar el cambio climático.
Los expertos dicen que las religiones, que se conectan con las emociones y la vida personal de las personas, podrían ayudar a movilizarlas en la lucha contra el cambio climático donde los hechos y la política han fracasado.
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Los grupos de fe también controlan billones de dólares en activos, lo que podría apoyar esa lucha. Una serie de organizaciones religiosas se reunieron en Suiza para la emisión de reglas sobre inversiones éticas, para el avance de proyectos ecológicos.
Una cantidad cada vez mayor de los seis mil millones de creyentes de todo el mundo también se están involucrando personalmente en la lucha contra el cambio climático, desde mezquitas ecológicas en Gran Bretaña hasta la limpieza de ríos por parte de grupos hindúes en India y proyectos de plantación de árboles en tierras religiosas en África subsahariana.
Expertos dicen que a pesar de la creciente evidencia de que el calentamiento global alcanzará niveles catastróficos si las emisiones de calentamiento del planeta no se reducen drásticamente, los gobiernos en todo el mundo no están a la altura de los esfuerzos requeridos.
Según la Organización Meteorológica Mundial, las temperaturas promedio de la superficie ya son 1.2°C por encima de los tiempos preindustriales. Esto, combinado con inundaciones récord, huracanes y otros desastres climáticos, ha llevado a un número creciente de autoridades religiosas a hablar en favor de la acción climática.
En septiembre, el Papa Francisco y el Patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, pidieron una respuesta colectiva de los líderes mundiales al cambio climático, diciendo que el planeta se estaba deteriorando y las personas vulnerables fueron las primeras en verse afectadas.
“Lo que realmente motiva a las personas no son los hechos sino los valores y las emociones. Esos son sentimientos bastante universales”, dijo Cynthia Scharf, una ex funcionaria del equipo de clima del secretario general de las Naciones Unidas.
“Las comunidades religiosas pueden abordar algunas de las cuestiones que están en el corazón del cambio climático, como la equidad”, agregó.
Muchas religiones ya recomiendan comportamientos respetuosos con el medio ambiente como como vivir con menos lujos materiales, ahorrar agua o evitar la carne. El jainismo, por ejemplo, practicado por más de cuatro millones de personas en la India, prohíbe matar animales y promueve un estilo de vida vegetariano, que según los científicos podría jugar un papel importante en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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En todo el mundo, los fondos de inversión religiosa manejan billones de dólares cada año, según el grupo ambientalista Alliance of Religion and Conservation (ARC).
En septiembre, 40 grupos católicos en países como Australia, Sudáfrica y Estados Unidos dijeron que retiraban las inversiones en combustibles fósiles y las cambiarían a energías renovables, agricultura sustentable y protección de bosques.
Durante la reunión que se llevó a cabo en Zug, Suiza, los inversionistas y líderes de ocho de las religiones más grandes del mundo, incluidos el budismo, el cristianismo y el islamismo, publicaron las prioridades que se fijaron para la inversión ética.
Algunas de las pautas incluyen apoyar proyectos de reciclaje y reducción de desechos, invertir en compañías que amplíen el acceso al agua potable y la educación, y elegir empresas que tengan un sólido historial ambiental.
Muchos grupos hindúes están trabajando para limpiar los ríos Ganges y Yamuna en India. Considerado por los indios como poseedor de poderes milagrosos de curación, el Ganges es también uno de los ríos más inmundos del planeta, con toneladas de aguas residuales sin procesar y desechos industriales vertidos diariamente.
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Musulmanes en África subsahariana, que cultivan algunas de las tierras menos fértiles del continente y enfrentan amenazas a su seguridad alimentaria debido al cambio climático, desarrollaron un manual de capacitación en 2014 para alentar prácticas agrícolas más sostenibles.
Templos, mezquitas y sinagogas también están cambiando a la energía renovable y abandonan los cubiertos de plástico desechables. La mitad de los templos taoístas de China ahora han cambiado, al menos en parte, a la energía renovable, según ARC.
“Hemos pasado de una situación en la que la fe no era consciente de que el medio ambiente era un problema para una situación en la que ahora todo líder religioso importante está diciendo algo por el medio ambiente y haciendo algo al respecto”, dijo Martin Palmer, secretario general de ARC.
Los grupos de fe también pueden tener un papel al decir qué tan lejos pueden llegar los líderes del planeta para tratar de proteger la estabilidad climática.
A medida que los riesgos del calentamiento global se vuelven más claros, un grupo pequeño de investigadores está explorando el uso de la tecnología para reducirlos, mediante la reingeniería de los sistemas planetarios.
Dichas propuestas de “geoingeniería” incluyen proyectos controvertidos a gran escala que apuntan, por ejemplo, a atenuar la luz del sol mediante la pulverización de ácido sulfúrico en la atmósfera superior. Tal acción presenta una serie de riesgos, incluidos cambios en los patrones de precipitaciones en algunas partes del mundo, dicen los científicos.
Pero la idea de que los humanos jueguen deliberadamente con el clima de la tierra, que algunos creen que es una prerrogativa de los dioses, podría dejar a los grupos religiosos escépticos.
“La geoingeniería es una preocupación humanitaria”, dijo el director de estrategia de la Iniciativa de Gobierno de Geoingeniería Climática Carnegie.
“Esa es la única razón por la que deberíamos considerar este tema. Todo el propósito debería ser para aliviar el sufrimiento”, dijo Scharf.
Este texto apareció originalmente en Thomson Reuters Foundation, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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