¿Tener o no tener hijos? Ese es el dilema en un mundo que se calienta
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- Escrito por The New York Times y traducido por Clarín - Foto por Josh Haner / The NY Times / Clarín
Agreguen esto a la lista de decisiones afectadas por el cambio climático: ¿Debería yo tener hijos?
Esta no es una época fácil para que la gente se sienta esperanzada puesto que los efectos del calentamiento global ya no son teóricos, las proyecciones son cada vez más funestas y las medidas gubernamentales se demoran. Y si bien son pocos o quizá inexistentes los estudios que han analizado qué incidencia tiene el cambio climático en la decisión de las personas de tener hijos, el tema ocupó un lugar importante en entrevistas con más de una decena de personas de entre 18 y 43 años.
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Una mujer de 32 años que siempre pensó que tendría hijos ya no puede justificarlo ante sí misma. Una mormona contradice las expectativas de su religión al resolver adoptar en lugar de dar a luz. Una mujer en Ohio (EE. UU.) tuvo a su hija después de un embarazo no planeado… y luego tuvo otro hijo porque no quería que su hija enfrentara la crisis ambiental sola.
En ellas, existe la sensación de cargar con dolorosas cuestiones éticas que las generaciones anteriores no tenían que enfrentar. A algunas les preocupa la calidad de vida que tendrán los hijos nacidos hoy cuando las costas se inunden, cundan los incendios descontrolados y los fenómenos meteorológicos extremos se vuelvan más comunes. Otras tienen aguda conciencia de que tener un hijo es una de las acciones más costosas que pueden realizar desde el punto de vista ambiental.
La tasa de natalidad en los Estados Unidos, que cae desde hace una década, alcanzó un nuevo mínimo en 2016. La inseguridad económica ha sido un factor de peso, pero aun cuando la economía se está recuperando, la caída de los nacimientos continúa.
Y las discusiones sobre el papel del cambio climático no dejan de intensificarse.
“Cuando iniciamos el proyecto, yo no conocía a nadie que hubiera tenido conversaciones sobre esto”, dijo Meghan Kallman, cofundadora de Conceivable Future, organización que pone de relieve la forma en que el cambio climático está limitando las decisiones reproductivas.
Eso ha cambiado, dijo, ya sea porque más personas tienen dudas o porque ya no es un tabú hablar de ellas.
Enfrentar un futuro incierto
Si no fuera por el cambio climático, dijo Allison Guy, dejaría los métodos para el control de la natalidad mañana mismo. Pero las proyecciones de los científicos, si no se toman medidas rápidamente, no son “congruentes con una sociedad estable”, señaló Guy, de 32 años, que trabaja en una organización sin fines de lucro de conservación marina en Washington (EE. UU.).
“No quiero dar a luz un chico con la duda de si vivirá en una especie de distopía estilo Mad Max”.
Los padres como Amanda PerryMiller, líder juvenil cristiana y madre de dos hijos de Independence, Ohio, comparten sus miedos.
“Los animales están desapareciendo. Los mares están llenos de plástico. La población humana es muy numerosa, puede que el planeta no pueda soportarlo indefinidamente”, dijo PerryMiller, de 29 años. “Esto no pinta un panorama muy lindo para las personas que traen a casa un nuevo bebé del hospital”.
Las personas que piensan en estas cuestiones no presentan un solo perfil. Hay mujeres y hombres, Cate Mumford, de 28 años, es mormona, y los mormones creen que Dios les ha ordenado “multiplicáos y poblad la tierra”. Pero ya desde que era adolescente, contó, no podía sacarse de la cabeza otro elemento de la doctrina:
“Somos administradores de la tierra”.
Mumford, graduada con un título conjunto de las universidades Johns Hopkins y Brigham Young (EE. UU.), planea adoptar un hijo con su marido. Algunos miembros de su iglesia reaccionaron de manera agresiva, acusándola de ir contra el plan de Dios. Pero ella dice sentirse reivindicada por el agravamiento de las proyecciones.
Hace unos años, viajó a China, donde la contaminación del aire constituye una crisis nacional. Y no podía dejar de pensar:
“Estoy tan contenta de no traer a este mundo a un nuevo niño para que sufra como sufren estos chicos”.
Tensión
Para muchos, el impulso de reproducirse no es fácil de hacer a un lado.
“Si lo que uno quiere es una familia, no va a poder hacer caso omiso de eso por completo”, dijo Jody Mullen, de 36 años, madre de dos hijos de Gillette, Nueva Jersey (EE. UU.). “Uno no puede decir: ‘No es muy bueno para el medio ambiente que los seres humanos sigan reproduciéndose, así que simplemente descartaré esa idea”.
Y así es que surgen soluciones intermedias. Algunos padres resuelven criar ciudadanos con conciencia que puedan ayudar a solucionar el cambio climático. Los que quieren tener varios hijos deciden tener uno solo.
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Para Sara Jackson Shumate, de 37 años, que tiene una pequeña hija, tener un segundo hijo significaría mudarse a una casa más distante de su trabajo de profesora de la Universidad Metropolitana Estatal de Denver (EE. UU.). No está segura de poder justificar el efecto ambiental de una familia más numerosa y un viaje más largo a su empleo.
Pero en el caso de Perry Miller, la líder juvenil de Ohio, ella se planteó lo opuesto: una vez que tuvo un primer hijo, el cambio climático hizo que tener otro pareciera más urgente.
“Algún día, mi marido y yo ya no estaremos”, señaló. “Si mi hija tiene que enfrentarse al fin del mundo tal como lo conocemos, quiero que tenga a su lado a un hermano”.
Laura Cornish, de 32 años, madre de dos hijos de cerca de Vancouver (Canadá), dijo sentir “una disonancia cognitiva bastante fuerte entre saber que los datos científicos son muy malos pero igual pensar que el futuro va a estar bien”.
“Ya no leo las actualizaciones de los datos científicos porque son demasiado horribles”, dijo. “Ya no me conecto con eso porque es difícil de conciliar con mis elecciones”.
Lo que está roto es más grande que nosotros
Las personas que eligen no tener hijos están acostumbradas a que las califiquen de “egoístas”. Pero muchas de ellas consideran que su decisión es un sacrificio.
La maternidad es “algo que deseo”, señaló Elizabeth Bogard, de 18 años, alumna de primer año de la Universidad del Norte de Illinois (EE. UU.). “Pero me resulta difícil justificar mis deseos frente a lo que importa y lo que es importante para todos”.
Esta actitud parece particularmente común entre las personas que han viso los efectos del cambio climático en forma directa.
Hemanth Kolla nació en Hyderabad, India, donde la sequía y las olas de calor agobiante son letales. Vive en California, donde la amenaza de los incendios descontrolados está en aumento y una sequía que lleva seis años acabó hace muy poco. Kolla, de 36 años, dijo que le parecía mal tener un hijo cuando no cree que el mundo vaya a ser mejor para ese niño.
Y Maram Kaff, que vive en El Cairo (Egipto), contó que se sintió profundamente afectada por los informes de que algunas zonas de Oriente Medio quizá lleguen a ser demasiado calurosas para que las habiten seres humanos en 2100.
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“He visto cómo tratan a los refugiados sirios que huyen de una guerra devastadora”, escribió Kaff en un correo electrónico. “Imaginen cómo tratarían a mis hijos si tienen que huir de su país por fenómenos climáticos extremos, sequías, falta de recursos o inundaciones. Sé que los seres humanos están programados para procrear, pero mi instinto ahora es proteger a mis hijos de los horrores del futuro no trayéndolos a este mundo”.
Kallman y Josephine Ferorelli, fundadoras de Conceivable Future, dijeron que el sentimiento predominante en sus reuniones era la pena… y que la existencia misma de esas conversaciones debería impulsar a que se tomen medidas políticas.
“Estas historias nos dicen que lo que está roto es más grande que nosotros”, dijo Ferorelli. “El hecho de que las personas consideren seriamente no tener hijos debido al cambio climático es la única razón que se necesita para realizar las demandas”.
La mayoría de las personas entrevistadas, padres y no padres por igual, lamentaron tener que incluir el cambio climático como factor en sus decisiones.
“¿Qué clase de pregunta de pesadilla es esa?”, preguntó Guy, la empleada de la organización sin fines de lucro. “¿Que tenemos que considerar eso?”
Este texto fue escrito por The New York Times y fue traducido por Clarín. Puedes encontrar la nota original aquí y la nota traducida aquí.