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La presencia de microplásticos es una de las principales preocupaciones en la lucha contra la contaminación en los mares y océanos. En zonas relativamente alejadas de la actividad humana como el océano Ártico han sido detectadas cantidades importantes de estos microplásticos, retenidos por el hielo. El cambio climático incrementa el riesgo de mayores episodios de contaminación, según un estudio publicado esta semana por un equipo de expertos en la revista Nature Communications.
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El trabajo, desarrollado por el Instituto Alfred Wegener de Investigación Polar y Marina (AWI) de Alemania, demuestra que el hielo puede actuar como un recipiente temporal de agentes contaminantes, como el plástico. Asimismo, advierte de que el deshielo provocado por el cambio climático liberará en el mar cantidades significativas de los microplásticos atrapados previamente en el agua.
Los expertos del AWI, encabezados por Ilka Peeken, analizaron la composición de partículas de plástico de un tamaño menor de 5 milímetros contenidas en núcleos de hielo, así como las trayectorias marinas de los bloques. También aplicaron un modelo de desarrollo de hielo para identificar las regiones donde los microplásticos quedaron atrapados durante el proceso de congelación del agua.
“Nos dimos cuenta de que más de la mitad de las partículas de microplásticos atrapadas en el hielo tenían un grosor de menos de un veinteavo de milímetro, lo que significa que pueden ser fácilmente ingeridas por microorganismos árticos”, explica Peeken en un comunicado.
La situación, afirma, es “preocupante”, pues “nadie conoce con seguridad” el grado de toxicidad que tienen estos plásticos diminutos para “la vida marina y, en último término, para los seres humanos”.
La investigación constató que la composición de estos polímeros varía de un bloque de hielo a otro y también es diferente dependiendo de la región de origen.
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La mayoría de las muestras analizadas por el equipo del AWI provino de cinco regiones de la Cuenca Amerasiática y la Euroasiática y fueron transportadas a través de la Deriva Transpolar y el Estrecho de Farm, hasta conectar el hielo del Ártico Central con el Atlántico Norte.
Los autores sostienen que la distribución de los microplásticos en el Ártico Central es más compleja de lo que creían y prevén que las partículas liberadas por el deshielo podrían depositarse en el futuro tanto en la superficie como en las aguas profundas de ese océano.
Este texto apareció originalmente en La Vanguardia, puedes leerlo aquí.
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