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Los primeros datos climáticos completos de 2017 confirman que el planeta ha encadenado tres años “excepcionalmente cálidos”, según un informe divulgado por el Servicio Para el Cambio Climático Copernicus (C3S).
La temperatura promedio del aire de la superficie terrestre el año pasado fue de 14.7°C, 0.1°C menos que en 2016 (el año más cálido registrado) pero por encima del promedio registrada en 2015, hasta ahora el segundo año más cálido.
Los científicos del programa Copernicus, dependiente del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a medio plazo (ECMWF), subrayan que 2017 fue el año con temperaturas más altas en el que el clima no se ha visto influenciado por El Niño, fenómeno cíclico que calienta la zona tropical del Pacífico.
El último año estuvo marcado, en cambio, por La Niña, que enfría el ambiente en aguas ecuatoriales, a pesar de lo cual ha vuelto a ser especialmente cálido a nivel global. Las temperaturas de 2017 fueron mayores que el promedio registrado entre 1981 y 2010 en la mayoría de las regiones del mundo, y fueron especialmente elevadas respecto a ese periodo en regiones árticas.
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Las mediciones del programa Copernicus apoyan las conclusiones provisionales que adelantó hace dos meses la Organización Mundial de Meteorología (WMO), que anticipaba que 2017 sería uno de los años más cálidos en los registros.
Para elaborar su informe, los investigadores del C3S han combinado los datos de millones de observaciones marinas y meteorológicas, que incluyen datos provenientes de satélites. A partir de esa información y de modelos climáticos informatizados, los científicos pueden estimar la temperatura en cualquier punto del planeta, incluso en zonas en las que se cuenta con menos mediciones directas, como en las regiones polares.
En cuanto al continente europeo, el informe de Copernicus subraya que las temperaturas fueron particularmente elevadas respecto al promedio histórico en los países nórdicos.
La población de Longyerbyen, en la isla noruega de Spitsbergen, una de las localidades más septentrionales del planeta, registró de forma reiterada temperaturas mensuales de 6°C por encima del promedio entre 1981 y 2010.
La capa de hielo marítima en esa zona tuvo además un grosor menor que el promedio durante los meses más fríos del año en esa zona.
Al mismo tiempo, el sur de Europa ha sufrido una sequía prolongada, especialmente intensa entre el final de la primavera y el otoño, que provocó restricciones de agua en diversas zonas y facilitó la propagación de incendios forestales en la Península Ibérica.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí.
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