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Convertir el desierto en un lugar verde, sostenible y más habitable. Es un objetivo ambicioso, pero por él va el proyecto Sahara Forest, que ha puesto en marcha en una de las zonas más áridas de Jordania, unas instalaciones de alta tecnología para el cultivo en invernadero y en exteriores. Desalinización de agua, producción de sal e instalaciones fotovoltaicas completan una iniciativa de la que se espera mucho: que este oasis de hasta 20 hectáreas produzcan 130,000 kilos de vegetales al año.
Ya está en marcha, en las proximidades de la ciudad de Aqaba, las instalaciones de tres hectáreas en las que se empieza a experimentar con el sol, el agua salada y el desierto para producir comida de alta calidad, agua dulce y energía limpia.
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Dos invernaderos con un área de producción de 1,350 metros cuadrados, en los que el agua salada aporta las condiciones necesarias para el cultivo de alimentos de alta calidad; paneles fotovoltaicos que aportarán toda la energía que este proyecto necesita; 3,200 metros cuadrados de tierras de cultivo al aire libre, y una unidad de desalación con capacidad para 10,000 litros de agua al día son, por el momento, los elementos de este proyecto, que incluye también estanques para la producción de sal y un laboratorio de investigación y desarrollo.
La construcción de esta estructura arrancó en octubre de 2016 y empezó a rodar en septiembre de 2017 para aportar una solución que facilite la producción en zonas áridas como Jordania en las que, además, las perspectivas respecto al clima no dan pie a la esperanza. Las temperaturas suben, las lluvias bajan y el país sigue asistiendo a un aumento de la población, con la llegada de cientos de miles de refugiados de Irak y Siria en los últimos años.
En este contexto, las mejoras que espera lograr el Sahara Forest Project pueden marcar la diferencia entre falta de alimento y de agua, y posibilidades para obtener recursos tan vitales como estos. “El objetivo es allanar el camino para la extensión a gran escala de la agricultura en Jordania”, aseguran desde la iniciativa, que subraya además que todo el trabajo que se realiza en terreno sigue tres premisas: que sea bueno para la gente, bueno para el medio ambiente y bueno para los negocios.
Así, lo que se espera conforme avancen los trabajos es que el proyecto crezca hasta alcanzar las 20 hectáreas de terreno y, si es posible, hasta replicar los buenos resultados obtenidos durante un piloto desarrollado en Qatar. Allí, se logró cultivar variedad de vegetales y producir algas marinas, entre otras iniciativas.
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Por ello, esta línea de trabajo que, en el caso de Jordania, ha sido respaldada con fondos del Gobierno noruego y de la Unión Europea, entre otros, se pondrá en marcha en Túnez, donde ya se está estudiando el potencial que podría tener el proyecto en un país que, por sus condiciones geográficas y climatológicas, también puede beneficiarse y mucho de alternativas que logren que producir en el desierto sea una posibilidad real.
Este texto apareció originalmente en EcoInventos, puedes encontrar el original aquí.
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