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A principios de año, esta rara enfermedad solo se localizaba en los arrecifes del norte de Quintana Roo, en el sureste de México. Sin embargo, tras expediciones recientes, se pudo constatar que el llamado Síndrome blanco ya ha infectado los corales del sur de Quintana Roo, Yucatán y también de Belice.
Los nuevos lugares afectados son el Parque Nacional Arrecife Alacranes, en Yucatán; Banco Chinchorro, ubicado al sur de Quintana Roo, y las costas de Belice.
“En Chinchorro se detectó apenas el 23 de junio. En Alacranes se detectó dos semanas antes. Estos eran nuestros bastiones de conservación, se mantenían bien, no estaban infectados, es triste”, lamentó el encargado de la Dirección Regional Península de Yucatán y Caribe Mexicano de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Cristopher González Baca.
A decir del funcionario, el Parque nacional Arrecife Alacranes tiene un nivel de afectación de mediano a alto y una situación parecida estaría ocurriendo en Belice.
“En octubre de 2018 estuve en Belice para inspeccionar sus corales y entonces no encontramos nada. Pero me acaban de decir mis colegas de allá que ya hallaron el síndrome”, confirmó María del Carmen García Rivas, directora del Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos, uno de los municipios más afectados por la rara enfermedad.
Fue en mayo de 2018 cuando, por primera vez en México, se identificaron unas pequeñas manchas blancas que salpicaban los corales.
Tras estudios, se determinó que se trataba de una enfermedad insólita en México. Pero en menos de un año, ha acabado con más del 30% de los corales del Sistema Arrecifal Mesoamericano: un hábitat para más de 100,000 especies.
Al ser un fenómeno inédito en México, reciente y poco estudiado, todavía no se encuentran las causas, cuenta García Rivas. Pero sí hay dos indicios: 40 años de verter aguas residuales al mar y el arribo masivo del sargazo en años recientes.
Una vez que los corales adquieren la enfermedad, su tejido se desprende hasta dejarlos desnudos, en el puro esqueleto, y mueren en cuestión de semanas. Al menos en Puerto Morelos, que es el área de estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Conanp, han muerto prácticamente todos los llamados corales, que son hábitats de diferentes especies.
“En Puerto Morelos, en un área que estudia la UNAM, el 85% de las colonias de corales están afectadas en ciertas áreas”, alertó.
Ante la amenaza de desaparición de algunos corales como los de tipo cerebro, llamados así comúnmente por su forma esferoide, la Conanp emprendió la tarea de rescatar el ADN de éstos a fin de preservarlo y, eventualmente, realizar acciones de restauración.
La presencia de sargazo en los mares genera nutrientes que cambian la composición química del agua, proceso conocido como eutrofización, lo cual acelera la muerte de los corales.
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“Al existir más nutrientes”, explica Rosa Rodríguez, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, “se fomenta que las algas, incluido el sargazo, se reproduzcan con mayor velocidad y cubran los arrecifes. Lo que va a pasar, no ahora, pero sí en un futuro es que tengamos arrecifes de algas en vez de corales”, dijo la académica.
Además, las sustancias tóxicas que emana el sargazo generan condiciones de poco oxígeno, y sin este, los corales o cualquier organismo vivo, mueren.
Por último, el ensombrecimiento de las “islas de sargazo” impiden el paso de luz, lo cual estresa a los corales: otra causa de muerte.
Satélites de la NASA captaron recientemente una muralla de sargazo de más de 8,500 kilómetros de longitud que se extiende desde África Occidental hasta el Golfo de México.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes ver el original aquí.
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