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El milenario lago de Cuitzeo, considerado el segundo más grande de México y ubicado en el estado occidental de Michoacán, podría estar a punto de extinguirse ante la falta de lluvias, la grave deforestación y la contaminación por aguas residuales que vierten al menos quince poblaciones urbanas y rurales cercanas.
Académicos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), pescadores y activistas han lanzado en la plataforma Change.org una petición para que el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se ocupe del lago de Cuitzeo mediante su restauración ecológica y recuperación económica, una solicitud que ya ha recibido casi 32,000 firmas.
Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el lago de Cuitzeo es el segundo más grande de México con una extensión de 306 kilómetros cuadrados.
En la década de los noventa, el Gobierno de Michoacán estimaba que en este lago se capturaban más de 5,000 toneladas de peces, mientras que ahora se pesca un máximo de 250; además, de diecinueve especies de peces documentadas en 1975, sobreviven solo seis.
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La Secretaría de Salud de Michoacán (SSM) ha detectado en años recientes miles de casos de enfermedades gastrointestinales, broncopulmonares, dermatológicas y oftalmológicas, en habitantes de la región afectados por bacterias y virus dispersados por tolvaneras que se levantan ante el desecamiento del 70% del vaso acuífero.
Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán, consideró hace unos días que de la salvación del lago de Cuitzeo, cuya profundidad actual apenas es de entre 80 centímetros y un metro, deben ocuparse los gobiernos federal y estatal y las alcaldías de quince municipios ribereños o que vierten sus aguas residuales en él.
Advirtió de que para sanear las aguas residuales que llegan al lago se necesitan al menos 3.000 millones de pesos (unos 126 millones de euros), una cifra elevada que solo puede aportar el Gobierno federal.
El lago de Cuitzeo tiene influencia de los municipios michoacanos de Cuitzeo, Álvaro Obregón, Charo, Chucándiro, Copándaro, Huandacareo, Queréndaro, Indaparapeo, Morelia (capital de Michoacán), Morelos, Santa Ana Maya, Tarímbaro y Zinapécuaro, así como el de Uriangato, en el estado de Guanajuato (centro de México), los cuales vierten aguas residuales al afluente.
Alberto Gómez-Tagle, investigador de la UMSNH, dijo a Efe que el lago desafortunadamente fue seccionado por la mano humana en tres vasos (o áreas) por la construcción de dos carreteras hace años que hoy funcionan como diques.
Además, en la zona ribereña del municipio de Huandacareo existe un sinnúmero de granjas porcícolas y las heces de los animales son vertidas al lago, al igual que desechos industriales de fábricas de los estados de Michoacán y Guanajuato. Agregó que la demanda de agua para uso residual de los 900,000 habitantes de Morelia merma también los ríos que anteriormente proporcionaban el vital líquido al embalse.
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Ricardo Luna, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales de Michoacán, declaró a Efe que la deforestación de las zonas montañosas ha taponado el lago, por lo que urge reforestar los bosques de la cuenca, aunque pasaría una década para ver los primeros resultados, como la recuperación de capa vegetal, la infiltración de agua pluvial y el nacimiento de manantiales.
“Cuando hay escurrimientos, el agua se lleva el lodo y se pierde la profundidad de los lagos y así empiezan a fenecer. Un bosque que se reforesta necesita de diez años en adelante para volver a recuperar capa vegetal”, señaló.
A ello se une la construcción de las carreteras, que impactan “considerablemente” en la situación del lago.
En varias ocasiones, el también investigador de la UMSNH Arturo Chacón ha advertido de que el lago de Cuitzeo, que en décadas pasadas ya padeció sequías y contaminación, requiere de millones de metros cúbicos de agua para subsistir y ha instado a los gobierno a promover un decreto de restauración ecológica que induzca a los municipios a elaborar un ordenamiento ecológico y territorial.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes ver el original aquí.
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