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Las autoridades rusas investigan la muerte de más de 300 focas de una especie protegida en el mar Caspio. Los cadáveres de los mamíferos, entre los que había hembras embarazadas, se han localizado desde el 7 de diciembre en las costas de la región rusa de Daguestán. Las abundantes redes de pesca y la contaminación de las aguas de la mayor superficie de agua interior del mundo, que limita con cinco países euroasiáticos, están mermando la población de la foca del Caspio.
La población de este mamífero, el único en esas aguas, ha disminuido hasta un 90% en un siglo; quedan menos de 70,000 focas del Caspio, declaradas en peligro de extinción en 2017 por más de un centenar de países. Se acabó la época de caza con fines comerciales de la época soviética, pero estos mamíferos marinos siguen amenazados.
Los especialistas advierten de que si no se toman medidas, la situación de esta especie (Pusa caspica) será crítica. Lo ocurrido en las costas de Daguestán es el último de una serie de desastres ecológicos en Rusia, donde hace unas semanas se detectó cientos de peces muertos en las playas de la península de Kamchatka, en el lejano Oriente ruso.
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Un equipo de expertos ha viajado de Moscú a Daguestán y está analizando ya la zona entre Majashkala, la capital, y la desembocadura del río Sulak, el área donde se ha localizado la mayoría de los cadáveres de los mamíferos marinos. Una de las principales hipótesis es que las focas se vieron atrapadas por las redes de pesca instaladas, y a veces abandonadas, en el mar, apunta Dmitri Glazov, del Instituto Severtsov de Ecología y Evolución de la Academia de las Ciencias de Rusia, que lidera un proyecto de seguimiento especializado de esta especie. El esturión Beluga, muy famoso por el caviar, vive también en el Caspio.
“En este periodo de migración activa, las focas del Caspio van al norte a dar a luz en grandes grupos que se enredan en las redes y no pueden salir a respirar a la superficie. Luego, las olas llevan a tierra los cadáveres”, comenta Huseín Hasanov, uno de los ictiólogos jefe de la autoridad de pesca y conservación de la región del Caspio, que alerta de que las redes y la pesca excesiva son un gravísimo problema que no se aborda por razones económicas.
Entre las redes fantasma de plástico, otras más elaboradas pero abandonadas por los pescadores, las lanzadas por los furtivos y las que se instalan oficialmente, todo el mar Caspio está “abarrotado de redes”, dice Hasanov.
Los primeros resultados del análisis de muestras de material patológico extraído a los mamíferos muertos revelaron concentraciones de metales pesados en los tejidos y los órganos. Así, la contaminación acumulada durante décadas puede estar desempeñando también un papel determinante que amenaza esta especie, señala Alimurad Gajiev, director del Instituto de Ecología y Desarrollo Sostenible de la Universidad Estatal de Daguestán, que explica que esa polución está debilitando el organismo de las focas y su sistema inmunitario, según indican distintos estudios. Y cuanto más débiles, señalan algunos expertos, más probabilidades así, además, de quedar atrapadas en las redes.
La bioacumulación de sustancias tóxicas les está causando además esterilidad y mayor susceptibilidad a una serie de patologías; y está degradando su hábitat natural. No se ha publicado el censo de focas del Caspio desde 2012, señala el especialista Glazov, pero se calcula que quedan unas 70,000; a principios del siglo XX había 1.2 millones.
Menos salado que un océano, el mar Caspio, con unos 371,000 kilómetros cuadrados, fue considerado hasta el derrumbe de la Unión Soviética como un lago tanto por la URSS como por Irán, y una frontera que dividía ambos países. Cuando el desplome soviético alumbró nuevas naciones, pasó a ser un mar para clasificar sus aguas como internacionales, con zonas neutrales y territoriales. Ahora lo comparten cinco países: Rusia, Kazajistán, Azerbaiyán, Irán y Turkmenistán.
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El mar Caspio, además, es rico en recursos de hidrocarburos, cuya explotación impacta en este ecosistema. Esto sumado a la polución y la crisis climática que ha contribuido al descenso del nivel del agua, está amenazando también a otras especies.
“Los peces están mermando alarmantemente en el mar Caspio y una de las principales razones es que no tiene donde desovar debido a la construcción de varias estructuras hidráulicas y la contaminación que afecta a los ríos donde antes se reproducían”, dice Hasanov, que afirma además que las explosiones de ejercicios militares bajo el agua en la zona está contribuyendo a terminar con los peces. “Y la falta de peces lleva a la destrucción de toda la cadena ecológica”, dice el ictiólogo.
En la primera década de los años 2000, murieron entre 25,000 y 30,000 focas del Caspio por causas relacionadas con enfermedades, según las organizaciones especializadas. Y todavía quedan algunos furtivos que dan caza a estos mamíferos, pese a que Rusia los incluyó este año en su Libro Rojo, la clasificación de las especies más amenazadas.
Este texto apareció originalmente en El País, puedes ver el original aquí.
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