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Los bosques de Sudamérica y del África subsahariana están desapareciendo. El planeta pierde cada año casi cinco millones de hectáreas netas. El precio de la deforestación se ve con claridad en países como Brasil o el Congo. Los bosques en los países occidentales ricos también están sufriendo cambios, pero justo al contrario: cada vez están creciendo más, ocupan más tierra como y sus árboles son más grandes.
Mientras en la zona brasileña del Amazonas la tala de árboles aumentó en 2015 por primera vez en una década, la demanda de soya y otros productos sembrados en la selva ha provocado una deforestación similar en Bolivia, y las tasas anuales de deforestación bruta en la cuenca del Congo se han duplicado desde 1990, los bosques se están extendiendo en casi todos los países occidentales.
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En 1990, España tenía un 28% de bosques, ahora ese porcentaje ha aumentado al 37%. Tanto en Grecia como en Italia, el crecimiento fue del 26% al 32% durante el mismo período. Los bosques también están expandiéndose gradualmente en Norteamérica y Australia. Pero, además, los bosques están teniendo un crecimiento muy rápido en lugares que históricamente tenían muy pocos árboles.
Uno de los casos más sorprendentes es el de Irlanda. Aproximadamente el 1% de ese país estaba cubierto de bosques cuando se independizó en 1922. Ahora los bosques cubren el 11% de la tierra y el Gobierno quiere aumentar la proporción al 18% para 2040.
¿A qué se debe esta tendencia? Los expertos de The Economist apuntan a dos principales factores para explicar este crecimiento. El primero es el abandono de las tierras de cultivo, especialmente en lugares altos y secos donde son más difíciles los cultivos. Cuando los agricultores dejan de intentar ganarse la vida con aceitunas u ovejas, los árboles vuelven a esas tierras.
El segundo es la política y el subsidio de los Gobiernos. Los países han protegido y promovido los bosques por diversas razones a lo largo de la historia: desde la necesidad de construir buques de guerra de madera hasta el deseo de promover la construcción de viviendas suburbanas. Ahora, los árboles tienen cada vez más importancia en la lucha del planeta contra el cambio climático.
Estos grupos de árboles son sumideros de carbono por su conversión de CO2. En algunas zonas del planeta, como en Louisville (Estados Unidos), se está apostando por la plantación de millares de árboles para comprobar que pueden tener un beneficio directo en la mejora de nuestra salud y en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.
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Sin embargo, el enverdecimiento de occidente no ha sido bien recibida por todos. Los agricultores se quejan de que se está dejando de usar tierra para plantaciones de árboles que reciben subsidios muy generosos y, en ocasiones, superiores a los que reciben las tierras para agricultura y ganadería.
Partes de España y Portugal están afectadas por incendios forestales terribles. Estos incendios en parte se producen en áreas replantadas con eucaliptos, una especie de importación australiana que se plantó para su pulpa pero que se ha extendido por sí misma.
Pero a pesar de las críticas, el crecimiento de los bosques occidentales se ha convertido en un fenómeno inexorable (o que no se puede evitar), tanto como la deforestación imparable en otras partes del mundo debido a la tala comercial y a la utilización de estas tierras para cultivar y para ganado. Son las dos caras del mismo globo.
Este texto apareció originalmente en Foro Económico Mundial, puedes encontrar el original aquí.
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